(crédito: Doménico Chindamo) |
►Golazo, dijo Toto. La jornada deportiva en el Chindamo depararía una inusual cantidad de conversiones de notable factura, pero la más celebrada fue la de Buffy, que desbordó por el flanco izquierdo del ataque y, cuando parecía que había estirado demasiado su carrera contra la línea de fondo, sacó un remate cruzado casi sin ángulo que hizo sonar el parante metálico opuesto del guardamenta antes de inflar la red. La popular celebró el regreso de Buffy a los festejos.
►Desmesura. Bien conocida es la tenacidad de Alvarito, que en numerosas oportunidades lo ha llevado a cargarse el equipo al hombro en busca de los tres puntos. Esta vez, recibió el balón en el área y lo dominó a medias, pero quiso la fortuna que el esférico rodara rumbo a la desguarnecida línea de gol, pasando entre las piernas del arquero, el propio Alvarito. Pero el oprobio que significa un gol en contra de la propia valla quedó minimizado por la desmesura con la que Cecé festejó el tanto. Un gesto indigno.
►El Manatí del Gol. La habitual eficacia de Cecé en esta ocasión se vio opacada por su propia irregularidad. Comenzó el match con una actuación francamente olvidable, alternando falta de timming, falta de gol, falta de estado físico y falta de humildad. Uno de sus peores momentos se evidenció cuando encorvó su espalda en busca de un cabezazo, pero la número cinco jamás llegó a su testa y en cambio rebotó en su rodilla derecha, aunque el azar quiso que ese balón terminara en los pies de Julián para que la empuje al fondo de la red. Sin embargo, El Manatí del Gol supo revertir su bajón futbolístico y, haciendo fuerzas de flaquezas, con más oficio que habilidad, silenció los silbidos que bajaban de la platea con goles. En el último minuto, humilló a Chachi con un sombrero y remató de volea para vencer a un endeble Zamba que cumplía funciones como arquero. Los números de Cecé: 4 goles, 0 asistencias, 2 rebotes (involuntarios) y un festejo (el del gol en contra de Alvarito).
►Cabezazos. De a poco, con paciencia, como los buenos vinos, la idea del fútbol vistoso pregonada por El Túnel Fernández empieza a contagiarse saludablemente en la institución. La teoría enriquística que enarbola como emblema "hagamos goles lindos o no los hagámoslos" se vuelve moneda corriente sobre el verde césped chindámico. Así, un cabezazo de Fisu abriendo el juego hacia el banderín del córner fue respondido con otro impacto de sesera de Zamba, que dejó el esférico flotando en el área chica para que irrumpiera Chachi y, con un nuevo testarazo, doblegara la valla rival. Tres cabezazos en el área son golazo.
►Lacadé. Loja, que pierde los kilos al mismo ritmo que el talento, paseó sus endiablados driblings por todo el ancho y el largo del field, pero aunque mostró en cada rincón su flamante y envidiable figura no gravitó como en otros tiempos ni fue tan incisivo como en sus épocas de esplendor. Titi, una de las nóveles figuras del Chindamo, todavía desconocedor de los nombres y/o apodos de compañeros y rivales, le pidió el pase a Loja al grito de: "¡Rácin!". Es verdad, Matías vestía una casaca a franjas horizontales celestes y blancas, pero no la de la Academia de Avellaneda sino la de la selección nacional. Ofendido con el equívoco, un veterano chovinista del plantel se desquitó con premeditación y alevosía: cada vez que Titi se acercaba con su remera ñubelística, le espetaba: "¡Pasala, sabalero!".
►Duelo de ocotes. De un lado, Fisu, blanco habitual de burlas por sus desproporcionadas prominencias posteriores. Del otro lado, defendiendo el arco, El Túnel Fernández, cuyas piernas notoriamente cóncavas le valieron su mote en detrimento de su otra peculiaridad, su abultado y ensanchado trasero. El duelo de culos inclinó la balanza a favor de Fisu, que con un toque delicioso consiguió un tanto de emboquillada, mientras El Túnel manoteaba el vacío como quien espanta una mosca.
►Un regalo para la vista. Ya no sorprende a nadie el talento de La Araña Legnini. Rendidor en todas las líneas, incluso despampanante cuando se calza los guantes, el habilidoso espigado zen fue el autor del otro golazo que fue a parar al Top Faib de la jornada. De media distancia, acarició el balón para que atravesara la maraña de piernas peludas y se abriera paso en el hueco exacto que regalaba la última línea rival. El esférico trazó una abrupta parábola descendente que se incrustó despiadadamente en el ángulo. Gracias por tanta magia.
►Ausente sin aviso. Es una lástima que Bustamante no haya sido de la partida en el apasionante duelo que protagonizaron... Ah, ¿sí estaba? Aquí apuntan que Marcelito participó del cotejo, y ahora que lo mencionan este cronista recuerda una palomita que intentó muy lejos del área rival, a tan baja altura que el césped quedó a su paso todo peinadito para el mismo lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deje su comentario, dele nomás