Face to face. Mano a mano. Uno contra uno. Talento versus perseverancia. Sutilezas ante goles. Verdad contra mentira. El día del gran duelo llegó. Catarrito aseguró que podía contener la furia goleadora de Cecé. Los pingos se ven en la cancha y allí se mostraron, tête à tète. Uno fue el gran vencedor, el otro fue el oprobio de la derrota.
La racha imparable de Cecé parecía no tener techo, pero Catarrito lo retó a duelo, en la cancha. Prometió que no volvería a pisar el verde césped si no podía anular al nueve infalible. Y el duelo fue de dientes apretados. Los demás fuimos apenas actores secundarios circunstanciales en una obra que había sido escrita sólo para ellos dos. El esférico comenzó a rodar y los ojos se centraron en sus acciones.
Catarrito descuidó sus funciones en la cancha sólo para intentar cercenar los intentos del Manatí del Gol. Cecé se convirtió en un morfón despilfarrando chances reales de su equipo. No fueron dos bandos, apenas dos racimos de players alrededor de una contienda épica. El goleador estaba apagado, desdibujado, la impronta del marcador aguerrido no le dio respiro ni le permitió mostrarse a sus anchas. Pero hubo un descuido de Catarrito, que Cecé no desaprovechó, y el arco se le abrió a la máquina voraz de inflar redes.
El vencedor de la disputa no brilló, pero terminó floreándose ante un humillado Catarrito. En la última de la jornada, cuando ya el duelo estaba definido, Cecé tiró un sombrerito en la boca del área y remató de aire ante un desganado arquero que no supo oponer resistencia. Ahora tendrá que cumplir: Catarrito no puede volver a pararse en el field del Chindamo.
La tensión del momento casi hizo olvidar a un tercer protagonista de la jornada, no por virtudes sino por empecinarse en combatir el glorioso espíritu de la institución. Chachi se enfrentó verbalmente con Fisu, un rival que le respondió con sobriedad de juego y visión de la cancha. Pero también tuvo serios encontronazos con sendos compañeros de team: se le plantó Buffy ("no me digas boludo", le espetó el afrancesado periodista apuntando su dedo índice al cielo) e incluso la estrella Cecé ("no putiés, no putiés", se le animó con su voz amanatiada, apuntando su dedo índice al ojo derecho del artista plástico). Ay, Chachi, Chachi... ya tenés cuatro amarillas.
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